En el amor de pareja existe una escena en donde en algunas ocasiones las mujeres siempre nos decepcionamos con hombres que nunca están. ¿Te identificas?
¿Te suena este bucle en tu vida?: conoces a un hombre, apuestas por lo que puede llegar a ser la relación y aceptas de manera casi consciente (convencida de que cumplirá todas tus expectativas) “eso” que tiene para ofrecerte.
“Eso” que aceptaste en el momento de la seducción y en lo que quedaste atrapada creyendo que se iba a convertir en algo más. Algo más que una interacción virtual, algo más que una voz del otro lado de la línea, algo más que los largos períodos de espera; algo tan simple y tan sencillo como una pareja, un compañero en el día a día.
Encontrarse con la pareja y poner encima de la mesa aquello que nos gusta, nuestros deseos, necesidades e intereses; es la acción más difícil de realizar a priori. Sin embargo somos capaces de hacer de todo para evitar enfrentarnos con las dificultades o con los conflictos de los que huimos para mantener al otro y a la relación idealizada para que no se quiebre.
¿Qué te haría falta para que un día dejes de conformarte con las migajas en una relación? Si te parece aterrador no tener una relación, una mala relación puede superar a ese terror de la soledad.
Entonces podría ser que algo cambie, algo te sorprenda y decidas que las migajas que antes te llenaban de ilusión ya no te alcanzan y que ahora seas de las que no se conforman con restos de amor.
Las migajas no son más que pequeños trozos de nada o casi nada, nunca satisfacen.
Deja de recibir restos y busca un amor que te dé energía para vivir.