Desde la ventana del tren observo como los árboles se confunden entre la niebla, esta imagen me conduce a compartir con vosotros, hablando desde la psicología, la idea del sentimiento de existir. No como una noción biológica, sino como la creencia que elaboramos a lo largo de nuestro transcender.
Me gustaría relacionar ese existir con el concepto de dignidad: ¿que opinión tenemos de nosotros mismos?, ¿qué opinión sabemos que tienen los demás sobre nosotros? Cuando aquí hablo del existir con dignidad me gustaría que reflexionemos sobre el respeto que nos tenemos y el respeto que el otro nos demuestra.
Ponernos como tarea la misión de autoexistir perdiendo de vista que el ser humano, como mencionaba Heródoto, no puede bastarse solo, así que cuando tenemos un ataque a ese sentimiento de existir y se mantiene en el tiempo hace que conectemos con ese vacío existencial que nombra Víctor Frankl en su libro: El hombre en busca de sentido, que nos provoca que nos inunde tal desesperación que se torna insoportable.
Sobre esta idea Neuburger habla de la distinción entre la vida y la existencia. La vida nos es dada. Reclama que la cuidemos. El cuerpo nos impone sus exigencias: sueño, comer, etc. La existencia trata de otras cuestiones, consiste en estar conforme con la forma en la que se desarrolla nuestra vida.
Si estuviéramos teniendo esta conversación con un café de por medio, tal vez te preguntaría: ¿sientes que tu vida es plena?, ¿es plena tu relación de pareja?, ¿tu profesión? Démonos cuenta de la importancia de estar en consonancia con nosotros mismos, nuestras relaciones y nuestro entorno.
Terminaré apuntándote esta idea: Yo existo en la mirada del otro, el otro existe en mi mirada. Un buen existir no solo se basa en crear relaciones, sino en la calidad de estas que nos sean en pro de la humanización y la dignidad.