¿Has oído mencionar el término Generación de Cristal? ¿Qué pasa con estos niños? En la actualidad, representan a los estudiantes que recién acaban sus estudios o a los que buscan su primer trabajo. Nacidos después del 2000, hijos de padres trabajadores y luchadores que pertenecen a la llamada Generación X. Este grupo son los nacidos entre los años 60 y los 80, fue la primera generación en utilizar teléfono móvil y asistir al despliegue de la tecnología. Emprendedores que sortearon cualquier obstáculo para hacerse un hueco en el mercado laboral.
Sin embargo, llama la atención la falta de confianza que tienen en que sus hijos estén preparados para sufrir y lidiar con los obstáculos que los X, con gran agilidad, apartaron. Así que, como buenos solucionadores, se ocuparon en allanarles el camino en todo lo que pudieron y más. He aquí una habilidad convertida en problema, ¿acaso no son estos padres los más indicados para ser maestros de vida de sus hijos?
La Generación de Cristal viene al mundo de la mano de la tecnología con un acceso ilimitado a información sin filtro para procesar, donde todo es verdad y al mismo tiempo es mentira, en donde la palabra tiene un sin valor extraordinario, porque no importa saber con veracidad lo que se dice, ya que será tan efímero como lo es todo en las redes sociales.
Como no señalar los beneficios de la tecnología, sin embargo, mientras que a la Generación X le supuso un plus, además de ser conscientes de su uso, a la Generación de Cristal le produce efectos adversos: la sobreexposición a las redes cursa con inestabilidad emocional por la poca tolerancia a la crítica, al rechazo y a la frustración. Lo que no les gusta, los angustia, los deprime, los agobia y les produce ansiedad.
¿Será que creen que la vida es lo que muestran las series y las redes? Esta generación indirectamente solvente sufre y mucho, pero ¿de qué sufre? De muy baja autoestima, que es relativamente comprensible si el modelo al que siguen no es real, es un modelo con mil filtros; de poca confianza en sus habilidades, necesitando reconocimiento constante, y podemos comprenderlo si no están practicando el logro de retos, es así como sube la autoestima: se trata de tener metas, reales, conseguirlas, es así como se construye la sensación de valía.
La pregunta es ¿aspiran al reconocimiento de quién? ¿de los padres?, ¿de likes de desconocidos?, ¿de amigos de la misma generación?
Nadie puede negar que las lágrimas forman parte del crecimiento. Todas nuestras acciones e inacciones, palabras y silencios, decisiones e indecisiones generan consecuencias. Hablar está bien, pero para cambiar las cosas, las palabras no son suficientes. Hay que ponerse en acción. Hay que tomar partido y trabajar para que las cosas cambien. No te gusta lo que pasa, haz algo para que deje de pasar.
El mundo no va a girar de un modo diferente porque participes de discusiones eternas que no llegan a ninguna parte o, lo que es peor, producen solo agotamiento y desunión.
Que no haya malentendidos, la Generación de Cristal no es frágil, sin duda también madurará, pero sigue siendo responsabilidad de los adultos mostrarles el camino.
¿Cómo? A veces sirve empezar a decir NO, a poner de esos límites que ayudan a que se sientan seguros por las figuras de autoridad, seguir recordándoles que las relaciones con los amigos, las parejas, la tecnología, con su propio cuerpo, etc., han de estar del lado del respeto y que siempre han de ser para crecer. Como se dice popularmente, relaciones que sumen.
Irene Poza. Psicóloga.
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