La virtualidad nos propone un tipo de vínculo que a veces puede ir en contra de la relación de cuidado.
Hay que reconocer que en el tiempo de la virtualidad cada vez es más normal y común conocer a alguien usando la tecnología. Es importante tener en cuenta dos cosas:
. La primera, estar atentos a como el otro se relaciona desde lo virtual. Hay quienes encuentran mayor satisfacción en el placer virtual que en el contacto directo, de ser este el caso, no nos digamos que algo hicimos mal, sino que ese modo no habilita el inicio de la relación con esa persona.
. La segunda, seamos conocedores de nuestros temores y resistencias, para que nuestra búsqueda no se trate solo de un complemento virtual y hacernos responsables de las expectativas que generamos en el otro.
En las relaciones virtuales, el problema no son las tecnologías, sino nosotros detrás de estas. Para esto también ayuda el trabajo personal. Por eso, antes de caer en el desánimo, confiemos en elegir con quien comenzar a hablar y también elegir con quien dejar de hablar.
No olvidemos que el mal uso está generando ansiedad, baja tolerancia a la decepción y que algunas personas se interesen en ser reconocidas como deseables antes que dispuestas a vivir el deseo. ¿Qué relación puede darse entre dos personas si no se abren en algún momento a salir de la pantalla?